O sería mejor cuestionarme si alguna vez estuve ahí, siendo mi sobervia mi primer signo de cobardía irremiscible en mi desquebrajada alma, mientras desde lo que yo creía altísimo observaba las cabezas de aquellos quienes yo pensé cobardes, pero estaban mucho más arriba de lo que yo me podría encontrar. La necedad de creerse valiente y corajoso me llevó a cambiar toda percepción y pensar que el pandemonico rincón de mi desolado espíritu, en el cual yacía en soberana demencia, era un quinto cielo, un paraiso semejante al de los bizarros y divinos guerreros hiperbóreos, aquellos que en el ragnarok han de luchar por ultima vez, poniendo en patente su valor y osadía, encarcelando para siempre al gigantesco cánido en un averno de soledad y tediosa tortura...
Nunca me sentí tan abandonado y despreciado por todos y por mí mismo, e inclusive por ti, pero no supe reaccionar a tiempo, y no me atreví... lo siento... en verdad me arrepiento... no debí hacerlo... mas tú me lo pediste... tan sólo, no supe pensar...
Y ahora, no me atrevo a mirarte, pero por lo menos debería apoyarte desde las lejanías de mi oscuro, frío y desierto infierno... al menos debería tratar de salir de aquí... mas no me atrevo. El temor es más fuerte... lo siento... perdóname. >>